martes, 29 de abril de 2008

2º PREMIO MARTA RAVIZZI


TRISTEZA
(… A lo lejos tocan los violines / que el crepúsculo toca para verme más triste…)
De violines y otras cuestiones. Juan Gelman. 1956-1958

Mi amor:
Éste era el camino.
Agoté mis recursos, sabías no eran magros. Uno a uno fui dejando a tus pies, retazos de fe, esperanzas, todo el amor nacido para vos, aun antes que yo fuera gestado.
Aquí estamos. Mis ojos, violines rotos, cantan en otoño con una sola cuerda destemplada. Tus ojos, estrellas encendidas, hoy viajan por el río sin escuchar mis notas disfónicas, trastocadas.
Tus alas desplegadas a otro mar, tan diferente y a la vez tan parecido a este, que, iluso pensé que sería eterno.
Insistí. Tanto he intentado, pero tu mirada sorda, tus manos ciegas dejaron mi amor a la intemperie, y hace frío. Todo mi abrigo quedó preso de las caricias truncas. Estoy desnudo. Sin pudor, aterido.
Yo sí te amo, sin embargo entendí que algo o todo un día muere, se termina, llega el ocaso irremediablemente.
Puertas, muros, candados, dejan atrás destellos de jazmines, esos que estaban enredados en tu pelo cuando tu boca juró frente a la cruz.
Creí, supuse que nunca. Pero siempre y nunca (sentencias ya descoloridas) a veces se encuentran, como imanes, formando un todo abigarrado que dividen y separan.
Yo sé, no tengo dudas, vos sos mi amor y aquí en el costado sangra mi llaga como herida eterna.
Comprendo, no soy en vos. Mis manos ya no pueden protegerte. La brújula cambió el norte dejándome muy lejos. Acepto, es imposible comprar ni siquiera cincuenta gramos de cariño.
Solo un punto:
Que sepas, que recuerdes. Este amor lo consagré a tu esencia. Así será tu olvido o tal vez un día des vuelta la cabeza, en la distancia (abismo donde cayó mi nombre) y entiendas, que aún maltrecho, mi corazón-harapo, con hilachas en el alma, así, no tendrás otro.
Ese violín que toca para verme más triste dejará la huella de lo que fuimos, vos y yo; de lo que perdimos, vos y yo; de lo que ya no soy; de lo que queda de mí.
Porque hasta tu sombra, rechazó la sal con que regó tu paso mi tristeza.
Eternamente tuyo,
Yo.

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